El Gran visir Merzifonlu Kara Mustafá Pasha.
2. El segundo asedio turco de Viena o la batalla de Kahlenberg (1683)
1. Preludio
El Segundo asedio de Viena o La Batalla de Kahlenberg (por el nombre de una colina cerca de Viena), tuvo lugar en Viena el 12 de septiembre
de 1683.
Los turcos ya habían asolado los Balcanes y toda Hungría
y ahora asediaban la capital imperial del Sacro Imperio Romano Germánico. Unos 150.000 soldados turcos, al mando del Gran visir Merzifonlu Kara Mustafá Pasha, pretendieron conquistar la ciudad como puerta de la islamización
de toda la Europa Central. Los turcos, avanzando con una fuerza abrumadora, habían reunido al mayor ejército musulmán desde los tiempos de Saladino. Contaban además con el apoyo del rey Luis XIV de Francia y de nobles húngaros
protestantes que rechazaban la dominación de los Habsburgos. En las fuerzas otomanas participaban también contingentes desde Bosnia, Moldavia y Valaquia.
Los turcos llegaron a Viena principios de julio de 1683. Después de algunas peleas iniciales, el emperador Leopoldo I se retiró a Passau con 80.000 habitantes
de Viena, mientras que Carlos (Charles) V, duque de Lorena retiró sus fuerzas de 20.000 hacia Linz. Los turcos sitiaron la ciudad el 14 de julio. El mismo día, Kara Mustafa envió la tradicional demanda de rendición de la ciudad.
Ernst Rüdiger Graf von Starhemberg, líder de las tropas defensoras (unos 11.500 hombres), se negó a capitular. Sólo días antes, había recibido noticias de la matanza masiva en Perchtoldsdorf, un pueblo al sur de Viena,
cuyos ciudadanos habían entregado las llaves de la ciudad después de haber recibido un ultimátum similar.
Los defensores habían demolido muchas de las casas alrededor de las murallas y despejaron los escombros, dejando un vacío llano que expondría a los otomanos al fuego defensivo. Entonces, Kara Mustafa
Pasha ordenó a sus tropas a cavar largas líneas de trincheras dirigidas directamente hacia la ciudad, para protegerse de los defensores a medida que avanzaban constantemente hacia la ciudad.
Durante los primeros días de septiembre, unos 5.000 zapadores otomanos explotaron en varias ocasiones grandes porciones de las murallas,
en particular entre el bastión de Burg, el bastión de Löbel y el Revellín de Burg, creando brechas de unos 12m de ancho. Los vieneses trataron de contrarrestar excavando sus propios túneles para interceptar los depósitos
de grandes cantidades de pólvora puestos por los turcos en cavernas subterráneas. Finalmente, los otomanos lograron ocupar el Revellín de Burg y el muro de Nieder en esa zona el 8 de septiembre. Anticipando la creación de una gran
brecha en la muralla, los vieneses se prepararon para luchar dentro de las murallas de la ciudad.
La intención de Kara Mustafa Pasha era tomar la ciudad intacta por sus riquezas y declinó un ataque a gran escala con el fin de impedir el derecho de saqueo que acompañaría, según la
costumbre tradicional otomana, a un asalto. Sin embargo, los asaltos repetitivos del ejército turco fracasaron por su falta de una eficaz artillería de asedio y la feroz resistencia de los defensores de la ciudad permitió al emperador
Leopoldo I ganar tiempo y pedir ayuda a los países cristianos vecinos y al Papa.
Los gritos de ayuda de Leopoldo I no quedaron sin contestar. El Papa llamó a una cruzada, ésta vez para defender una ciudad cristiana, Viena. A la llamada acudieron todos los países cristianos de Europa - excepto el rey Louis XIV
de Francia (al que llamaron «el rey Moro» por haber apoyado el ataque turco contra el corazón de Europa) - bien con tropas, o solo con aportación monetaria (como hizo España). Por el 7 de septiembre de 1683 se
había reunido un poderoso ejército en el valle de Tulln. Allí estaba Juan III Sobieski, rey de Polonia y duque de Lituania, con 18.000 polacos; el elector Max Emanuel de Baviera con 11.000 hombres; el príncipe Jorge (Georg) Friedrich
von Waldeck con 8.000 alemanes desde Franconia y Swabia; el príncipe Jorge (Georg) de Hannover (el futuro rey George I de Inglaterra) llegó enviado por su padre el duque Ernst August de Hannover con un escolta de 600 jinetes; y también
hubo 9.000 sajones encabezados por el príncipe elector de Sajonia, Juan Jorge (Johann Georg) III von Wettin. Muchos voluntarios principescos les acompañaban, como el joven príncipe Eugène de Savoie. Habiendo recientemente desertado
desde el servicio de Louis XIV de Francia (¡aliado de los turcos!), Eugène había traído nada más que su espada y corcel; el "prince volontaire" estaría luchando con la caballería austro-alemana. Junto
con las fuerzas del imperial general teniente Duque Carlos (Charles) de Lorraine, de unos 20.000 austriacos, el ejército aliado numeraba más de 66.600 hombres. Sin embargo, las fuerzas cristianas tan solo alcanzaban la mitad de los efectivos
turcos.
Conforme a la recomendación de Charles de Lorraine, el comando
supremo fue atribuido a Jan III Sobieski, rey de Polonia. Sobieski, que se había negado a servir en cualquier persona, tenía el grado más alto entre los aliados y había demostrado su valor y habilidad derrotando a los turcos
en la batalla de Khocizm (1673). Sobieski encabezaba los polacos, mientras que Lorraine mandaba las fuerzas austro-alemanas. Se acordó que cada comandante aliado conduciría a sus propios hombres, mientras que se adheriría al
plan táctico establecido por Lorraine. La idea era hacer marchar el ejército cristiano desde Tulln a través de los bosques de Viena hacia las alturas de Kahlenberg (actualmente Leopoldsberg - "berg" en alemán significa altura
o montaña). Desde las alturas, un amplio y arrebatador descenso permitiría exprimir a los turcos contra la ciudad, el brazo del Danubio y el río de Viena.
El alto mando turco cometió el error subvaluar los refuerzos cristianos y permitirlos cruzar el bosque de Viena (Wienerwald) donde la caballería
pesada era más vulnerable y acercarse sin impedimento al campamento turco en las alturas de Kahlenberg. A la llegada de las tropas confederadas en Kahlenberg encima de Viena, los jinetes señalaron su llegada con hogueras. En la madrugada del
12 de septiembre, antes de la batalla, se celebró una misa para el rey de Polonia y sus nobles.
Los comandantes otomanos tenían intención de tomar Viena antes de que llegasen las fuerzas aliadas, pero el tiempo funcionó contra ellos. Con la llegada de Sobieski, Kara Mustafa Pasha dividió sus tropas. Una parte fue destinada
para enfrentar las fuerzas aliadas de rescate, las que pensaba derrocar expeditamente, pero al mismo tiempo decretó que continúe el asedio de Viena y ocupó algunas de las unidades élite de Jenízaros y de Sipahíi
(Cipayos - tropas otomanas de caballería de élite), apoyadas por tropas provinciales, para perpetrar un asalto simultáneo de la ciudad.
El grueso del ejército turco, más de 70.000 soldados otomanos y auxiliares desplegados entre el Danubio y el río de Viena, esperaban al ataque cristiano, el efecto de sorpresa habiendo
sido superado. Kara Mehmed Pasha, Beylerbeyi de Diyarbakir, con 10.000 Jenízaros incluyendo bosnios musulmanes, se concentró en Nussberg para formar el ala derecha turca. La mayor parte del centro turco, fuerte de 23.000 hombres mandados por
Ibrahim Pasha, Beylerbeyi de Buda, y Kara Mustafa Pasha, ocuparon las crestas fortificadas sobre el Döblingerbach y Krottenbach hasta Weinhaus. Junto a ellos, a su izquierda, Abaza Sari Hüseyin Pasha, Beylerbeyi de Damasco, al mando de 15.000 hombres,
en su mayoría de unidades de caballería, cubrían el resto de la línea central. A lo largo de la orilla norte del río de Viena, en el ala izquierda cerca de Mariabrunn, estaban parados unos 18.000 tártaros musulmanes.
2. El comienzo de la batalla
A las 05h00 del 12.09.1683, la vanguardia de Kara Mehmed Pasha abrió la batalla intentando interrumpir el despliegue de la artillería cristiana, pero esta acción no prosperó por el avance del ala izquierda del contingente austro-alemán.
Los alemanes fueron los primeros en contraatacar. Por amanecer de lo que llegó a ser un día claro y soleado, Charles de Lorraine se apresuró para conducir a las tropas austro-sajonas verter por los desfiladeros del monte Kahlenberg.
A los turcos, les parecía como si una devoradora inundación de chapapote negro fluía
hacia abajo de las colinas en cuya cabeza ondeaba con orgullo una gran bandera roja con una cruz blanca. Reforzados por la infantería del duque Eugène de Croy, los austriacos derrotaron a los turcos y junto con los sajones de von Wettin a su
derecha establecieron una línea frente a Nussberg-Karpfenwald. Apoyados por el fuego de la artillería ligera y manteniendo una incesante lluvia de fuego de arcabuces, los austriacos lentamente pero constantemente avanzaron hasta Nussberg. Aquí
tropezaron con una rígida resistencia de los turcos que utilizaron hábilmente la cubierta del terreno a su ventaja. Un regimiento imperial que había llegado a las afueras de Nussdorf fue repelido, mientras que los turcos conservaron Kahlenbergerdorf
amenazando el flanco austriaco izquierdo.
Charles de Lorraine ordenó entonces
al Conde Caprara atacar Kahlenbergerdorf desde el hombro del Leopoldsberg. Al inicio, los dragones encontraron una resistencia obstinada pero, apoyados por la caballería pesada del príncipe Jerónimo (Jérôme) Lubomirski, tomaron
Kahlenbergerdorf e incluso avanzaron más allá de él. Pero las tropas de Kara Mehmed Pasha, habiendo entretanto recibido refuerzos de “seymen” (turcos paramilitares), se recuperaron y obligaron a los cristianos retroceder
de nuevo a la aldea. En su retirada, los turcos cayeron sobre los heridos cristianos que fueron ejecutados por decapitación.
A las 10h00 el ala izquierda alemana ya ocupaba el borde de la Nussberg. Desafortunadamente, en su derecha von Waldeck y Max Emanuel no habían podido mantenerse en fila con el avance de Charles de Lorrraine,
lo que dejó expuesto el flanco derecho de los sajones, quienes habían desviado su marcha hacia la izquierda de Karpfenwald para reforzar el ataque austríaco contra las posiciones de Nussberg turco. Charles de Lorraine pidió un alto
a la ofensiva para permitir que von Waldeck y la 2nda y 3ra línea de batalla austro-sajona recuperaran y restablecieran un frente sólido.
Reconociendo la pérdida de la Nussberg a ser una seria amenaza para su flanco derecho, el gran visir Ibrahim Pasha montó un contraataque feroz pero sus tropas fueron empujadas hacia atrás
en el terreno más plano alrededor de Grinzig. Un segundo asalto turco tuvo más éxito y la infantería imperial comenzó a flaquear, pero fue salvada por la llegada de los dragones y de la caballería pesada de élite.
Persiguiendo su ventaja, los sajones avanzaron abajo de la Muckental en dirección de Heiligenstadt, mientras que los austriacos se movieron hacia Nussdorf.
3. El
ataque contra Nussberg
Apoyados por la artillería cristiana ahora desplegada
en Nussberg y el avance de Caprara en Kahlenbergerdorf, los dragones imperiales sajones condujeron el ataque contra Nussdorf. En las bodegas, fosas y muros arruinados del pueblo, los turcos opusieron una resistencia feroz y sólo fueron superados por
la llegada del mariscal Herman de Baden que lideraba la infantería austríaca. Al sur, los sajones del mariscal de campo von Goltz echaron con éxito los turcos de Heiligenstadt y Grinzig.
Al mediodía, el ejército imperial ya había gravemente mutilado a varias tropas otomanas, pero el ejército otomano
no se derrumbó en ese momento. Entonces, Charles de Lorraine pidió otra interrupción para permitir que sus tropas recuperaran. De todas maneras, las ofensivas de la mañana habían sido un completo éxito. Toda el ala
derecha turca de Kara Mehmed Pasha fue totalmente vencida o destruida. Los austro-sajones se enfrentaban ahora con Ibrahim Pasha en el Döblingerbach. Von Waldeck y Max Emanuel alcanzaron el flanco de Ibrahim Pasha en Krottenbach, mientras que Caprara
y Lubomirski derrotaron los rumanos aliados de los turcos a lo largo del Danubio.
4. Los polacos entran en acción
Los polacos finalmente aparecieron en las alturas después de una agotadora marcha a través del terreno áspero
del Valle de Weidling. En el centro, el rey Jan III Sobieski con la artillería del general Martin Katski descendió de Gränberg. A la izquierda, el fieldhetman Nicolas Sieniawski vino de Dreimarkstein y a la derecha el crownhetman
Stanislaw Jablonowski descendió de Rosskopf. La infantería polaca y los prestados batallones de Habsburgo proyectaron la pendiente para permitir el establecimiento de un frente de la caballería continuo en los llanos abajo.
Obstáculos naturales como espinos, vides, zanjas, setos, hileras… y cargas de suicidio cometidas
por turcos individuales (gönüllü) ralentizaron el avance de la caballería. Sin embargo, los polacos apoyados por fuego de artillería, constantemente empujaban hacia delante. Con Sobieski a la cabeza, Michaelerberg fue
alcanzado a las 14h00. Los alemanes, que aparecieron ahora a la vista, desprendieron una alegría tremenda al ver la llegada de sus aliados polacos.
Más allá de Michaelerberg, en las laderas de Schafberg, los polacos fueron llevados a un alto momentáneo. Adelante de Sieniawski, unos 1.000 Jenízaros se infiltraron en los viñedos
de Plötzleinsdorf, interrumpiendo la unión de la columna de Sieniawski con la derecha de von Waldeck. Los Jenízaros opusieron una fiera resistencia pero fueron desalojados con la llegada de los Coraceros imperiales.
Alrededor de las 16h00, Sobieski y Sieniawski alcanzaron el terreno llano al este del Schafberg. En su derecha,
Jablonowski esquivó un ataque débil por los tártaros cerca Mariabrunn. Sobieski puso ahora un alto para construir un frente más sólido y organizado. Kara Mustafa Pasha, consciente de la nueva amenaza polaca para el ala izquierda
turca, utilizó este respiro para retirar tropas de Ibrahim Pasha para reforzar a Hüseyin Pasha.
Sieniawski reabrió la batalla enviando un “choragiew” (unidad de caballería polaca estándar) de Húsares de la corona que rompió dos sucesivas líneas enemigas, pero el pequeño cupo de jinetes implicados
(150) era desproporcional a la tarea. Se vieron obligados a retirarse perdiendo un tercio de sus efectivos. Anticipando erróneamente un avance otomano, Sieniawski envió un segundo “choragiew” bajo el mando de Stanislaw Potocki,
Starhorst de Halicz quién se presentó voluntario para realizar la acción. Otra vez los polacos pasaron a través de las filas turcas y otra vez los turcos se reunieron para cerrar la brecha. Potocki pagó por su valentía
con su vida.
Otras unidades de caballería polaca asaltaban ahora la infantería
turca cuya táctica era de abrir sus filas y luego caer sobre los jinetes de todos los lados, infligiendo fuertes bajas y matando a varios señores polacos. Los turcos aprovecharon de la confusión para lanzar une contra-ofensiva que pronto
vino bajo el fuego de la infantería austriaca en Galitzenberg. Refuerzos del centro de Sobieski y la oportuna llegada de los dragones y coraceros de la derecha alemana ayudaron a detener a los turcos.
Con el descaecimiento de la ofensiva turca y con Jablonowski ya ocupando Galitzenberg en el derecho polaco, Sobieski estableció por fin
una sólida línea continua para el siguiente avance. Al norte de los polacos los alemanes habían recuperado y estaban listos desde hace tiempo. A pesar del calor y los esfuerzos de la batalla de la mañana, los soldados estaban ansiosos
por avanzar. Frente a ellos se encontraba Ibrahim Pasha en las crestas por encima de la Krottenbach-Döblingerbach. Esta posición turca era la más fuerte a lo largo del frente entero, pero había sido debilitada por los contingentes
enviados para enfrentar a los polacos.
Fue en este momento crítico de la batalla
que Charles de Lorraine hesitó: consultando con los comandantes sajones, el duque no podía decidir si debía celebrarse otro Consejo de guerra para decidir si el progreso del día fue suficiente o si había de seguir atacando.
En este critico momento, el noble von Goltz replicó: "Dios señala el camino a la victoria... golpear mientras la plancha esté caliente". Satisfecho con el asesoramiento de von Goltz, Lorraine gritó "Allons - marchons!"
Igual que Charles de Lorraine, Jan III Sobieski al principio estaba contento con las ganancias del día, pero fue persuadido para continuar la batalla por el agresivo espíritu de Sieniawski y el éxito de los alemanes.
Al inicio de la tarde un enfrentamiento mayor se produjo en el otro lado del campo de batalla cuando la
infantería polaca avanzó contra el flanco derecho otomano. En lugar de concentrarse en la batalla con las tropas de relevación, los otomanos continuaron sus esfuerzos para forzar su entrada en la ciudad. Por lo tanto, los polacos han podido
hacer buenos progresos y a las 16h00 habían tomado el pueblo de Gersthof, que serviría luego como base para su masiva carga de caballería. Los otomanos se encontraban en una posición desesperada, entre las fuerzas imperiales y polacas.
Charles de Lorraine y Jan III Sobieski decidieron a continuar la ofensiva y acabar con el enemigo.
A las 15h30, las fuerzas imperiales reanudaron la ofensiva en el frente izquierdo. El ataque abrió con una terrible lluvia de fuego de arcabuces desde las plazas cristianas, desmoralizando y debilitando la defensa turca. A las 17h00, las fuerzas imperiales
habían logrado más avances y tomado los pueblos de Unterdöbling y Oberdöbling. Ahora se encontraban muy cerca de la posición central otomana "Türkenschanze". Mientras que se estaban preparando para atacarla, ya podían
ver a la caballería polaca entrando en acción.
A las 17h00, los
alemanes lanzaron un asalto contra Türkenschanz, la ubicación de la bandera santa turca. Ahora el frente entero de Ibrahim Pasha se derrumbó, abriendo el camino hacia Viena. En vez de dirigirse inmediatamente hacia la ciudad, sin embargo,
Charles de Lorraine reconoció la necesidad de atacar el flanco derecho de Hüseyin Pasha, que actualmente se preparaba resistir el avance total de Sobieski.
5. El ataque de la caballería polaca
Jan III Sobieski trajo consigo una sorpresa para los otomanos - unos 3 mil "Húsares alados", la famosa caballería élite polaca. Mientras cargaban contra formaciones enemigas, los Húsares alados usaban las "alas" (de las
cuales recibieron su nombre), montadas a sus espaldas sobre marcos de madera con un fleco de plumas alrededor de los bordes. Con armadura que cubría el cuerpo entero de la cabeza a los muslos y armado hasta los dientes, con una lanza de 20 pies con
punta de banderola "kopia", un sable curvado y un recto, cuatro pistolas y un martillo, y montado sobre un corcel poderoso blindado, el “Húsar alado” fue el epítome del caballero polaco.
Mientras la caballería adquiría velocidad antes de caer sobre el enemigo, el ruido de las alas vibrantes de los
"Húsares Volantes" sorprendía a las tropas enemigas. Veían a jinetes alados desconocidos galopando hacia ellos con brutalidad. Con el reflejo del sol sobre el acero brillante de sus armaduras, con sus pieles de tigre y leopardo
ondeando en el viento y las alas de águilas colocadas a sus espaldas, los “Húsares alados” presentaban un espectáculo casi sobrenatural. Los enemigos quedaban aterrorizados, lo que desmoronaba sus tropas.
A las 16h00, los húsares polacos entraron en acción. Con el grito de "ratuj Jezus
Maria" (Jesús María ayuda) la entera línea polaca se lanzó contra los turcos. El ataque fue liderado por Sobieski él mismo, su armadura adornada con vestimenta azul de lujo, su mano sosteniendo el bastón del mariscal
“bulawa”. De su lado, montaba su caballo, curvo sable en mano, el príncipe Jakób de 14 años.
Ralentizada por viñas y terrenos irregulares, la caballería pesada polaca encabezada por los "Húsares Volantes", no aceleró hasta alcanzar el terreno abierto de la zona
de Baumgarten-Ottakring-Weinhaus, donde entró en el alcance del fuego de artillería enemiga. Los explosivos turcos se fragmentaban a través de las filas polacas, pero la carga de los jinetes resultó imparable. Como un trueno, la
devastación provocada por las lanzas de los Húsares resonaba sobre el campo de la batalla cuando la caballería polaca penetraba y desbordaba la línea de batalla turca. Sobieski seguía en el talón de sus Húsares,
eliminando a los sobrevivientes y capturando las armas turcas. La ofensiva de la caballería polaca pulverizó literalmente las líneas otomanas y Sobieski se estaba acercándose a Türkenschanze, que ahora estaba amenazado por
tres lados: los polacos desde el oeste, los sajones y los bávaros desde el noroeste y los austriacos desde el norte. En ese momento, el gran visir otomano decidió abandonar esta posición y retirarse a su cuartel general en el campamento
principal turco más al sur. Sin embargo, para entonces muchos otomanos ya estaban abandonando el campo de batalla.
6. El fin de la batalla
Los aliados estaban ahora listos para el último golpe. En alrededor a las 18h 00, el rey polaco ordenó a la caballería de atacar en cuatro grupos,
tres polacos y uno del imperio santo romano. 18.000 mil jinetes cabalgaron cuesta abajo, la carga de la caballería más grande en la historia. Sobieski condujo la carga a la cabeza de los famosos "Húsares Alados". La carga fácilmente
rompió las líneas de los otomanos, que fueron arrollados y decimados y pronto comenzaron a huir el campo de batalla. La caballería se dirigió directamente al campo de Kara Mustafa Pasha, mientras que la guarnición vienesa
salió fuera de sus defensas para participar en el asalto.
En el centro otomano,
Kara Mustafa Pasha entró personalmente en la refriega para evitar la inminente captura de la bandera santa otomana por el constante avance de los infantes bávaros de von Waldeck. Flanqueado por sipâhî (cipayos)y silâhdar
(escuderos), el gran visir cargó contra una lluvia de fuego de cañón y mosquete alemán. Kara Mustafa Pasha logró alcanzar la bandera, pero el ataque turco se hundió, sus hombres huyendo hacia el río de
Viena. Simultáneamente, el ala izquierda otomana que se encontraba frente a Jablonowski se desintegró completamente cuando Sobieski condujo las fuerzas aliadas fusionadas contra los turcos que se habían reunido en la zona de Breitensee.
Kara Mustafa Pasha comprendió que la batalla se había perdido y lo que se le quedaba era
huir precipitadamente para no caer preso en las manos de los infieles. Hirviendo con venganza, ordenó a las tropas turcas en las trincheras parar el bombardeo de la ciudad, destrozar los equipos y degollar a los prisioneros. Después, con lanza
en mano dirigió a sus últimas fuerzas en un ataque frontal suicida contra los cristianos. Uno por uno sus guardaespaldas albaneses, sus sirvientes, su secretario privado, etc., cayeron al fuego y espadas de los cristianos. Kara Mustafa Pasha
aprovechó la confusión, agarró su tesoro privado y huyó hacia las 6 de la noche para reunirse con el resto de las tropas turcas escapando hacia Györ. Erróneamente y por temor a que los turcos podrían reagruparse
y contraatacar, Sobieski prohibió una búsqueda a gran escala y ordenó a sus hombres a permanecer en guardia.
Las fuerzas de Charles de Lorraine, por su parte, establecieron contacto con von Starhemberg, que marchó de Schottentor a unirse a la batalla. El margrave Ludwig Wilhelm de Baden y sus dragones tuvieron el honor
de relevar formalmente la ciudad del asedio otomán. Después de haber marchado hasta la puerta a la alegre melodía de timbales y trompetas, los dragones se unieron a los defensores en limpiar los pocos turcos restantes. A las 22h00 aproximadamente,
después de que unos 600 musulmanes sobrevivientes fueron eliminados, la batalla llegó a su fin. En el campamento turco, los soldados aliados encontraron algunos niños y bebés cristianos sobrevivientes entre cientos de prisioneros
masacrados. Sin embargo, aunque vencidos, los turcos huyendo llevaron consigo miles de presos cristianos, sobre todo jóvenes mujeres, que fueron vendidas en los mercados de esclavos del Oriente medio. La guarnición de Starhemberg tomó
venganza por la quema de 3.000 enfermos y heridos otomanos abandonados por sus compatriotas en las trincheras. En la batalla, los turcos sufrieron a 15.000 bajas en comparación con 1.500 para los aliados.
Ante el temor de una eventual reagrupación y regreso de los turcos, Sobieski ordenó a las fuerzas alemanas alrededor de Türkenschanz
y a las fuerzas polacas de Jablonowski en las orillas del río de Viena a mantenerse en guardia durante toda la noche. Unos escuadrones polacos persiguieron los rezagados otomanos más allá del río de Viena, pero no hubo una
persecución ordenada de los fugados turcos.
Sobieski y los contingentes de
Sieniawski, ubicados como estaban en el conquistado campamento principal turco, se precipitaron al saqueo de los trofeos musulmanes. Sobieski adquirió la mayor y mejor parte del botín para sí. En el pabellón del gran visir, con
sus espléndidos patios, comedores, baños y jardines, el rey polaco encontró montones de tesoros de oro y joyas preciosas.
7. Después de la victoria
Al anuncio de la derrota turca, la
cristiandad celebra. En las calles de Viena y en las ciudades de Austria y a lo largo de Europa había una sensación de euforia. Fue la mayor victoria cristiana sobre los turcos desde la victoria de Don Juan de Austria sobre la armada del sultán
en Lepanto (1571). Por su heroica defensa de la ciudad, von Starhemberg recibió 100.000 coronas, la orden del “Vellón Dorado” y el título de Mariscal de campo.
El 13.09.1683, Sobieski llevó a cabo un estilo romano triunfal en Viena a los vítores de la plebe, que gritaba "¡viva
el rey de Polonia". Luego Sobieski parafraseó la famosa frase de Julius Caesar (Veni, vidi, vici) diciendo "Veni, vidi, Deus vicita": "Vine, vi, Dios conquistó".
Tras la victoria, el rey polaco fue titulado por el Papa Inocencio XI como "Defensor Fidei" ("Defensor de la fe"). El Papa también instituyó
el día del 12 de septiembre de fiesta en nombre de la Virgen María a la que Sobieski rezó al empezar la batalla. El Papa también añadió al escudo papal el águila polaca de blanco con una corona.
De su parte, los austriacos erigieron una iglesia en la cima de la colina de Kahlenberg al norte de Viena.
El compositor austríaco Johann Joseph Fux inmortalizó la batalla en su “Partita Turcaria” que lleva el subtítulo,
"Retrato Musical del asedio de Viena por los turcos en 1683".
Sobieski permaneció
liderar a la búsqueda de los turcos. A Parkan el día 28.09.1683, él y Charles de Lorraine aniquilaron un cuerpo turco. Los restos del ejército turco evacuaron Austria y Hungría y se retiraron a Belgrado. Las ciudades cristianas
que habían sido forzadas someterse al sultán ahora reafirmaron su lealtad al emperador.
Von Starhemberg ordenó de inmediato la reparación de las fortificaciones de Viena que habían subido graves daños durante el asedio para protegerse contra un posible contraataque de los otomanos. Sin embargo, esto resultó
innecesario.
Durante la batalla, los comandantes cristianos y soldados lucharon con
habilidad y coraje mientras que se tomaron, tácticamente, las buenas decisiones como su ataque a través de los bosques de Viena que sabiamente evitó las defensas naturales de los ríos de Viena y el Danubio. La contribución
de los “Húsares alados” fue decisiva puesto que después de 30 minutos de combate, la victoria ya estaba decantada. Non obstante, la victoria cristiana fue facilitada por la arrogancia y negligencia de Kara Mustafa Pasha.
Por este motivo, los otomanos eliminaron a su comandante derrotado. El 25.12.1683, Kara Mustafa Pasha fue
ejecutado en Belgrado en la forma aprobada por el sultán Mehmed IV, es decir estrangulado con una cuerda de seda tirada por varios Jenízaros en cada extremo. Su cabeza fue enviada al sultán.
La Batalla de Kahlenberg frenó la expansión del Imperio otomano, el cual ya no se extendería más. Poco a poco, Austria,
Hungría, Rusia y Polonia irían recuperando sus territorios perdidos.
8. Epílogo
El 12 de septiembre de 1683, ante
las murallas de Viena, las fuerzas aliadas cristianas bajo el mando del rey Juan III Sobieski de Polonia, lograron una victoria abrumadora sobre las fuerzas turcas musulmanas numéricamente superiores que habían asediado Viena en los dos
meses anteriores. Este fue un punto de inflexión decisivo en la, hasta entonces, larga lucha de la cristiandad europea contra las invasiones y usurpaciones de los turcos musulmanes en Europa desde la caída de Constantinopla en 1453. Es una victoria
decisiva que aseguró la sobrevivencia de Europa y de su identidad fundada sobre los valores de la civilización greco-romana que mucho del liderazgo ateo de la actual Unión Europea pone en peligro por sus políticas sociales y migratorias
que promueven el multiculturalismo y acogen la inmigración de infinitas masas musulmanas provenientes del oriente medio, la mayor parte de las cuales transitan vía Turquía. La alteración de la composición demográfica
europea es un proceso paradójico que perversamente comenzó con el acuerdo de asociación de Ankara del 12.09.1963 y se amplificó el 12.12.1999 con el reconocimiento por el Consejo Europeo de Helsinki de Turquía como país
candidato a la adhesión…